Miguel Ángel Avilés
avilesdiván@hotmail.com
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Cuando estábamos en la primaria era común que los maestros nos hablaran con orgullo de las frases celebres que nos habían legado para la posteridad los hombres y las mujeres ilustres que nos dieron patria.
Si nos aprendíamos la frase, el mentor se daba por conforme cual si nos hubiéramos aprendido de pe a pa la biografía de estos insignes personajes fuesen de la independencia o fuese de la Revolución Mexicana y con ello era un hecho que la materia estaba pasada.
Sobre esta gente a lo mucho nos decían donde y cuando nacieron, donde, cuando y como murieron, que frase célebre se habían aventado y párale de contar.
Pocas veces supimos que mas hacían: si a Guerrero, Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, la Corregidora, los Hermanos Serdán, a Juárez, a Lerdo de Tejada o a Madero, Villa, Zapata, Carranza, Obregón les gustaban los huevos estrellados o revueltos, si padecían insomnio, si les pagaba migraña (a Morelos sí, dicen) si roncaban como leones o dormían como bebés, si alguno estaba enfermo de almorranas, si otro era un glotón o tenía un platillo favorito, si se engorilaban cuando pisteaban, si sufrían estreñimiento, si cuando niños jugaban a las muñecas o a las escondidas, a los trastecitos fueran indistintamente hombre o mujer, si eran unos lirones para las siestas, si tenían un doble frente a espaldas de su esposa o de su esposo, si se levantaban tardísimo o eran de los que ya andaban parados nomás se asomara el alba, si alguien eran piromaniaco o sonámbulo o mitómano o cleptómano (bueno, de estos últimos hasta la fecha hay muchísimos), si practicaban algún deporte, si les gustaba sopear el pan en el café, si les gustaba bañarse a diario o eran medios ariscos para eso del shower, en fin.
Pero esto poco importaba; la idea que nos vendieron de toda esta gente es que eran gente omnipotente, casi sobrenatural que habían llegado a este México a dejarlo rechinando de limpio en su desarrollo, en las condiciones de vida de la gente, en su defensa contra cualquier amenaza extrajera.
Cual si en ella se condensara toda su obra, estos valerosos personajes fueron conocidos, por el común de la gente, más por una frase en particular que según dijeron que por el resto de lo que hicieron o dejaron de hacer en su paso por esta vida.
El respeto que se les guardaba, se lo ganaron a pulso porque, para bien o para mal, sus actos públicos en pro de la nación para bien o para mal, jugaran en el bando de los rudos o los técnicos, lograban trascender al grado de tatuarse para siempre en la historia de México.
Esas frases nacían de la sapiencia, del arrojo, del compromiso nacionalista, del amor por México, de la excelsitud y sobre todo del alto coeficiente intelectual de su autor. Eran palabras que tenían la magia de envolver un acto de lealtad y valentía.
Con el pasar de los años, el control de calidad se fue perdiendo y poco a poco los pensamientos de la clase política fueron careciendo de finura. Las actuales frases, lejos de pedirle a las nuevas generaciones de escolapios que se las aprendan, hay que hacer todo lo posible por que las olviden.
Sí le echamos un ojo a los libros, nos encontramos con notables, frases de antaño como, por ejemplo, “La patria es primero” de Vicente Guerrero, (aunque dicen que, encabronado con su españolizado papá, la frase completa fue: “Señor, usted es mi padre, pero la patria es primero”); “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” de don Benito Juárez García (a quienes algunos niegan su autoría); “Si tuviera parque no estaría usted aquí”, atribuida al general Pedro María Anaya, en su momento presidente de México en sustitución de Antonio López de Santana; “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” de Porfirio Díaz; “Para servir a la patria nunca sobra el que llega ni hace falta el que se va” de Venustiano Carranza; “Las ideas del filósofo apoyan la acción política del hombre”, de José Vasconcelos; y claro, aquella de "Levanten esas armas, ¡Los valientes no asesinan!", famosas palabras que saliera del liberal y gran escritor mexicano Guillermo Prieto. Las dijo al interponer su cuerpo entre el presidente de la República Benito Juárez y los soldados de la guardia del sublevado Félix Zuloaga, quienes pretendían fusilarlo. Cuenta don Guillermo en sus memorias que él prosiguió la defensa con la palabra, sin saber lo que decía y, con un involuntario tono alburero, culminó así: "Si quieren sangre, bébanse la mía". Cuentan algunos historiadores que algunos miembros del pelotón lloraron y le pidieron perdón a Benito Juárez, quien siguió con vida, y con él, el férreo liderazgo que permitió la restitución definitiva de la República en la segunda mitad del siglo XIX.
Estas son apenas algunas de las memorables. No nos alcanzaría este espacio para citar otras tantas por el estilo.
Lamentablemente la inspiración de nuestros gobernantes se vino a pique y cuando menos pensamos las frases fregonas eran cosa del pasado.
Con los siguiente tres presidentes ya se dejaba ver cierta cursilería demagógica y ya no se sabía si su frase era una adivinanza o una porra. Adolfo Ruiz Cortines: “Todas las libertades menos una: la libertad de acabar con las demás libertades”; Adolfo López Mateos: “A mi izquierda y a mi derecha está el abismo. Yo soy de extrema izquierda dentro de la Constitución”; Gustavo Díaz Ordaz, “La calumnia no me llega, la infamia no me toca, el odio no ha nacido en mí”.
Así, en un abrir y cerrar de ojos llegaron los 70´s y Don Luís Echeverría Álvarez ya estaba en el trono para legarnos palabras tan profundas como esta: “Ni nos beneficia ni nos perjudica... sino todo lo contrario”. Luego vendría el insigne José López Portillo para lucirse con aquella de que “Defenderé el peso como un perro”, sin precisar tan siquiera la raza de perro que escogería para defender nuestra moneda pues no es lo mismo asumirse como un iracundo pit bull que como un inofensivo chow chow.
Esto, definitivamente, fue un parteaguas porque de ahí pal real todo fue sandez y ocurrencia. La bobería cundió como epidemia y hasta la fecha es hora que la frivolidad no desaparece de la boca de los políticos.
"Ni los veo ni los oigo" “Los candidatos con los candidatos y los ex presidentes con ex presidentes” “Tengo menos amigos de los que dicen y más de los que esperaba" “No se hagan bolas”, son algunas de las profundas frases que puso en circulación el prestigioso Carlos Salinas de Gortari.
“El que se mueve no sale en la foto”, afirmaría sabiamente Fidel Velásquez.
“Me dieron una hermana de usted, compañero. A mí nadie me da línea” “El chiste no es orinar sino hacer espuma” “El único amigo que uno puede tener es un peso en la bolsa” inscribiría con grandilocuencia Leonardo Rodríguez Alcaine.
Y así vendrían más y muchos más tanto en el plano Nacional como Estatal. Este espacio sería interminable si voy citando uno por uno.
Pero vale la pena alargarnos otro poquito, pues sería ingrato pasar por alto las frases que a partir del 2000 nos han compartido los principales actores políticos.
Esta nueva generación sin duda la encabeza Vicente Fox: “Superáremos estos obstáculos y dejáremos atrás a alacranes, alimañas, sanguijuelas, tepocatas, víboras prietas y demás arácnidos que se atraviesen en el camino”; “Yo sí necesito mi pensión porque no he robado, yo sí la necesito, de eso vivo (...), porque regresar ahorita a buscar chamba está cañón, está grueso”; “No hay duda de que los mexicanos están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer”; “Ahora sí me siento cargando la piedra del Pípila”; “Necesitamos la varita mágica de Harry Potter”; "Sí hice muchas travesuras de chiquito y las ando haciendo también de Presidente”; “Pemex es igual a la Virgen de Guadalupe, son símbolos para los mexicanos que deben manejarse con mucho cuidado”; “Ya hoy hablo libre, ya puedo decir cualquier tontería, ya no importa... Total, yo ya me voy”.
A Fox le seguiría los pasos Santiago Creel ex secretario de Gobernación: “En México ya no hay intocables” “¡Que se defienda como hombrecito!” “Los invito a dejar atrás... la cultura del sospechosismo”.
Roberto Madrazo no se quiso quedar atrás y pronunció: “Hasta piensan que las mujeres son lavadoras. Las mujeres no son lavadoras aunque lo parezcan” “El único que puede derrotar al PRI en 2006 es el propio PRI”.
“El que se va, se calla” atinaría a decir por su parte el ex secretario de Gobernación Francisco Ramírez Acuña antes que se fuera el mismo.
En el plano de la llamada oposición y cuando lo que queda de la izquierda aún lo trataba como si fue una epifanía, Andrés Manuel López Obrador, los representó muy bien con estás: “no hablo inglés, además para eso va a haber traductores, además me da tiempo pa' pensar” “A mi denme por muerto” “Soy indestructible”, “¡Cállate Chachalaca!”.
Hay algunas de este sexenio que no se si son amenazas o nos están terapiando para lo que vendrá después, como esta de Felipe Calderón: “O actuamos ahora o perdemos a México”.
Él mismo agarra aire y retorna a la casa de la risa con estas: “Paulatinamente hemos recuperado el imperio de la ley”. “Nuestras metas son claras: Recuperar la seguridad, combatir la pobreza y crear empleos para los mexicanos".
Creo que ya es hora de que vayamos haciendo una criba con todas estas frases y estos cien y doscientos años, pueden ser el mejor pretexto, la más apropiada coyuntura para quedarnos con sólo aquellas que de verdad merezcan la pena grabarse con letras de molde, de oro y de sol.
Compatriotas: urge un control de calidad al respecto y si creen que exagero, aquí les dejo como muestra este botón, a cargo de Rafael Acosta “Juanito”: “¡Viva México, viva Iztapalapa! ¡Viva mi abuelita!”
Por lo pronto, ni hablar: ¡que Vivan!
* Escucha de lunes a viernes el programa de radio Sicofante (www.sicofante.com), transmitido desde Pensilvania por el escritor mexicano Alejandro Ramírez Arballo a partir de las 8:00 de la noche tiempo del pacífico.
Si nos aprendíamos la frase, el mentor se daba por conforme cual si nos hubiéramos aprendido de pe a pa la biografía de estos insignes personajes fuesen de la independencia o fuese de la Revolución Mexicana y con ello era un hecho que la materia estaba pasada.
Sobre esta gente a lo mucho nos decían donde y cuando nacieron, donde, cuando y como murieron, que frase célebre se habían aventado y párale de contar.
Pocas veces supimos que mas hacían: si a Guerrero, Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, la Corregidora, los Hermanos Serdán, a Juárez, a Lerdo de Tejada o a Madero, Villa, Zapata, Carranza, Obregón les gustaban los huevos estrellados o revueltos, si padecían insomnio, si les pagaba migraña (a Morelos sí, dicen) si roncaban como leones o dormían como bebés, si alguno estaba enfermo de almorranas, si otro era un glotón o tenía un platillo favorito, si se engorilaban cuando pisteaban, si sufrían estreñimiento, si cuando niños jugaban a las muñecas o a las escondidas, a los trastecitos fueran indistintamente hombre o mujer, si eran unos lirones para las siestas, si tenían un doble frente a espaldas de su esposa o de su esposo, si se levantaban tardísimo o eran de los que ya andaban parados nomás se asomara el alba, si alguien eran piromaniaco o sonámbulo o mitómano o cleptómano (bueno, de estos últimos hasta la fecha hay muchísimos), si practicaban algún deporte, si les gustaba sopear el pan en el café, si les gustaba bañarse a diario o eran medios ariscos para eso del shower, en fin.
Pero esto poco importaba; la idea que nos vendieron de toda esta gente es que eran gente omnipotente, casi sobrenatural que habían llegado a este México a dejarlo rechinando de limpio en su desarrollo, en las condiciones de vida de la gente, en su defensa contra cualquier amenaza extrajera.
Cual si en ella se condensara toda su obra, estos valerosos personajes fueron conocidos, por el común de la gente, más por una frase en particular que según dijeron que por el resto de lo que hicieron o dejaron de hacer en su paso por esta vida.
El respeto que se les guardaba, se lo ganaron a pulso porque, para bien o para mal, sus actos públicos en pro de la nación para bien o para mal, jugaran en el bando de los rudos o los técnicos, lograban trascender al grado de tatuarse para siempre en la historia de México.
Esas frases nacían de la sapiencia, del arrojo, del compromiso nacionalista, del amor por México, de la excelsitud y sobre todo del alto coeficiente intelectual de su autor. Eran palabras que tenían la magia de envolver un acto de lealtad y valentía.
Con el pasar de los años, el control de calidad se fue perdiendo y poco a poco los pensamientos de la clase política fueron careciendo de finura. Las actuales frases, lejos de pedirle a las nuevas generaciones de escolapios que se las aprendan, hay que hacer todo lo posible por que las olviden.
Sí le echamos un ojo a los libros, nos encontramos con notables, frases de antaño como, por ejemplo, “La patria es primero” de Vicente Guerrero, (aunque dicen que, encabronado con su españolizado papá, la frase completa fue: “Señor, usted es mi padre, pero la patria es primero”); “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” de don Benito Juárez García (a quienes algunos niegan su autoría); “Si tuviera parque no estaría usted aquí”, atribuida al general Pedro María Anaya, en su momento presidente de México en sustitución de Antonio López de Santana; “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” de Porfirio Díaz; “Para servir a la patria nunca sobra el que llega ni hace falta el que se va” de Venustiano Carranza; “Las ideas del filósofo apoyan la acción política del hombre”, de José Vasconcelos; y claro, aquella de "Levanten esas armas, ¡Los valientes no asesinan!", famosas palabras que saliera del liberal y gran escritor mexicano Guillermo Prieto. Las dijo al interponer su cuerpo entre el presidente de la República Benito Juárez y los soldados de la guardia del sublevado Félix Zuloaga, quienes pretendían fusilarlo. Cuenta don Guillermo en sus memorias que él prosiguió la defensa con la palabra, sin saber lo que decía y, con un involuntario tono alburero, culminó así: "Si quieren sangre, bébanse la mía". Cuentan algunos historiadores que algunos miembros del pelotón lloraron y le pidieron perdón a Benito Juárez, quien siguió con vida, y con él, el férreo liderazgo que permitió la restitución definitiva de la República en la segunda mitad del siglo XIX.
Estas son apenas algunas de las memorables. No nos alcanzaría este espacio para citar otras tantas por el estilo.
Lamentablemente la inspiración de nuestros gobernantes se vino a pique y cuando menos pensamos las frases fregonas eran cosa del pasado.
Con los siguiente tres presidentes ya se dejaba ver cierta cursilería demagógica y ya no se sabía si su frase era una adivinanza o una porra. Adolfo Ruiz Cortines: “Todas las libertades menos una: la libertad de acabar con las demás libertades”; Adolfo López Mateos: “A mi izquierda y a mi derecha está el abismo. Yo soy de extrema izquierda dentro de la Constitución”; Gustavo Díaz Ordaz, “La calumnia no me llega, la infamia no me toca, el odio no ha nacido en mí”.
Así, en un abrir y cerrar de ojos llegaron los 70´s y Don Luís Echeverría Álvarez ya estaba en el trono para legarnos palabras tan profundas como esta: “Ni nos beneficia ni nos perjudica... sino todo lo contrario”. Luego vendría el insigne José López Portillo para lucirse con aquella de que “Defenderé el peso como un perro”, sin precisar tan siquiera la raza de perro que escogería para defender nuestra moneda pues no es lo mismo asumirse como un iracundo pit bull que como un inofensivo chow chow.
Esto, definitivamente, fue un parteaguas porque de ahí pal real todo fue sandez y ocurrencia. La bobería cundió como epidemia y hasta la fecha es hora que la frivolidad no desaparece de la boca de los políticos.
"Ni los veo ni los oigo" “Los candidatos con los candidatos y los ex presidentes con ex presidentes” “Tengo menos amigos de los que dicen y más de los que esperaba" “No se hagan bolas”, son algunas de las profundas frases que puso en circulación el prestigioso Carlos Salinas de Gortari.
“El que se mueve no sale en la foto”, afirmaría sabiamente Fidel Velásquez.
“Me dieron una hermana de usted, compañero. A mí nadie me da línea” “El chiste no es orinar sino hacer espuma” “El único amigo que uno puede tener es un peso en la bolsa” inscribiría con grandilocuencia Leonardo Rodríguez Alcaine.
Y así vendrían más y muchos más tanto en el plano Nacional como Estatal. Este espacio sería interminable si voy citando uno por uno.
Pero vale la pena alargarnos otro poquito, pues sería ingrato pasar por alto las frases que a partir del 2000 nos han compartido los principales actores políticos.
Esta nueva generación sin duda la encabeza Vicente Fox: “Superáremos estos obstáculos y dejáremos atrás a alacranes, alimañas, sanguijuelas, tepocatas, víboras prietas y demás arácnidos que se atraviesen en el camino”; “Yo sí necesito mi pensión porque no he robado, yo sí la necesito, de eso vivo (...), porque regresar ahorita a buscar chamba está cañón, está grueso”; “No hay duda de que los mexicanos están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer”; “Ahora sí me siento cargando la piedra del Pípila”; “Necesitamos la varita mágica de Harry Potter”; "Sí hice muchas travesuras de chiquito y las ando haciendo también de Presidente”; “Pemex es igual a la Virgen de Guadalupe, son símbolos para los mexicanos que deben manejarse con mucho cuidado”; “Ya hoy hablo libre, ya puedo decir cualquier tontería, ya no importa... Total, yo ya me voy”.
A Fox le seguiría los pasos Santiago Creel ex secretario de Gobernación: “En México ya no hay intocables” “¡Que se defienda como hombrecito!” “Los invito a dejar atrás... la cultura del sospechosismo”.
Roberto Madrazo no se quiso quedar atrás y pronunció: “Hasta piensan que las mujeres son lavadoras. Las mujeres no son lavadoras aunque lo parezcan” “El único que puede derrotar al PRI en 2006 es el propio PRI”.
“El que se va, se calla” atinaría a decir por su parte el ex secretario de Gobernación Francisco Ramírez Acuña antes que se fuera el mismo.
En el plano de la llamada oposición y cuando lo que queda de la izquierda aún lo trataba como si fue una epifanía, Andrés Manuel López Obrador, los representó muy bien con estás: “no hablo inglés, además para eso va a haber traductores, además me da tiempo pa' pensar” “A mi denme por muerto” “Soy indestructible”, “¡Cállate Chachalaca!”.
Hay algunas de este sexenio que no se si son amenazas o nos están terapiando para lo que vendrá después, como esta de Felipe Calderón: “O actuamos ahora o perdemos a México”.
Él mismo agarra aire y retorna a la casa de la risa con estas: “Paulatinamente hemos recuperado el imperio de la ley”. “Nuestras metas son claras: Recuperar la seguridad, combatir la pobreza y crear empleos para los mexicanos".
Creo que ya es hora de que vayamos haciendo una criba con todas estas frases y estos cien y doscientos años, pueden ser el mejor pretexto, la más apropiada coyuntura para quedarnos con sólo aquellas que de verdad merezcan la pena grabarse con letras de molde, de oro y de sol.
Compatriotas: urge un control de calidad al respecto y si creen que exagero, aquí les dejo como muestra este botón, a cargo de Rafael Acosta “Juanito”: “¡Viva México, viva Iztapalapa! ¡Viva mi abuelita!”
Por lo pronto, ni hablar: ¡que Vivan!
* Escucha de lunes a viernes el programa de radio Sicofante (www.sicofante.com), transmitido desde Pensilvania por el escritor mexicano Alejandro Ramírez Arballo a partir de las 8:00 de la noche tiempo del pacífico.