Miguel Ángel Avilés
avilesdivan@hotmail.com
Siempre he pensado que los funcionarios encargados de la seguridad pública o de combatir el crimen, confunden la prevención del delito con la carrera armamentista.
Y cuando creo que está teoría es una falacia de mi parte, no falta quien llegue y me dé elementos para constatar con más fuerza que, excepcionalmente, esta vez no ando tan equivocado. Esto me sucedió hace unos días cuando leí lo que dijo el Secretario Ejecutivo de Seguridad Pública de Sonora, Ernesto Munro Palacio.
Con un optimismo envidiable y con el tono de quien va a la guerra –claro, de antemano ganada– o que va tras la inminente captura de Bin Laden, este hombre, –a lo mejor tratando de tranquilizarnos– anuncia que, para equipar a la policía de Sonora y para mantener vigilada la geografía sonorense, serán adquiridos en los próximos días armamento, un helicóptero blindado y un avión sigiloso.
Con un anuncio de esa naturaleza y con el dedo índice blandiéndose, cualquiera se asusta. Aunque no sé quiénes se asusten más, si los malos o los bueno( porque así de lineal parecen mirar el fenómeno nuestras autoridades), pero de que alguien se asusta, se asusta.
Corren rumores de que estaba habiendo compras de pánico en algunas tiendas herbolarias en todo el Estado y que hay una desbandada de delincuentes hacia el extranjero, pero mientras esto se confirma, es menester nuestro averiguar un poco sobre esos pertrechos que, desde que fueron anunciados, tiene contra la pared a toda el hampa.
En relación al helicóptero, el señor Munro Palacios advierte que será blindado, estará equipado con visión nocturna y además podrá brindar servicio a protección civil en caso de catástrofe; estará a disposición de cualquier autoridad de los tres niveles de gobierno que la requieran y podrá estar en zonas de conflicto, minimizando el riesgo de que sea derribado.
Pero el Secretario de Hierro no se conforma y quiere otro helicóptero más (no porque lo diga un diagnóstico de cada uno de los elementos del sistema preventivo de los factores criminógenos humanos o naturales que le sirven de origen a la seguridad pública a fin de coordinar los objetivos, estrategias, políticas y acciones conducentes como lo ordena la ley sino casi como satisfaciéndose un antojo), “Me gustaría otra helicóptero porque me gustaría poder desplazar un helicóptero a zonas de conflicto y dejarlo ahí por varios días, por ejemplo, ahorita me gustaría tener uno en Nogales.”
Habla en primera persona, como si fuera un súper héroe de un comics y, pasando por alto las balaceras, las ejecuciones, las persecuciones a punta de bala, los encobijados y las tantos muertos y heridos en el resto de la geografía Sonorense que han sido nota durante los últimos meses, el Héctor Belascoarán Shayne del Nuevo Sonora, señala con admirable displicencia que reconoce que existe un problema de violencia, “pero está focalizado en el Municipio de Nogales. Ahí es donde estamos trabajando fuertemente en coordinación con autoridades municipales y federales.
Con quien no parecen estar coordinados es con la diócesis de Hermosillo, pues a los dos días de que el Secretario hiciera retumbar los tambores de combate con sus declaraciones, el Arzobispo Ulises Macías dice lamentar la violencia en el Estado, aunque como Munro Palacio no parece ver lo que pasa en otros municipios y tiene fijación por Nogales. Sin embargo, al prelado no parecen preocuparle, en sí, esos hechos tan violentos sino la sobrecarga laboral que ha provocado el crimen en su gremio clerical: “Es muy seguido que a los sacerdotes les toque celebrar la velación de varios cuerpos en un solo día”, dijo y quienes lo escucharon, llegaron a pensar que de un momento a otro solicitaría el apoyo de los mineros de Cananea y exigiría el pago de horas extras para sus muchachos.
Del armamento, Munro Palacios dice que será de los más modernos que existen. “La idea es que los policías estatales estén a la altura de cualquier policía del mundo, pero además que estén a la altura de la delincuencia (por esto último no debería de preocuparse, muchos de ellos ya están).
Donde uno sí traga gordo (más por ignorancia que por el temor que pueda infundir su presencia) es cuando anuncia la llegada de ese avión sigiloso de tecnología Alemana que tiene autosuficiencia para volar hasta por catorce horas.
“Este avión podrá planear con los motores apagados, tendrá dispositivos que trabajarán con energía solar, contará con cámaras de visión nocturna, diurna e infrarrojas, para detectar a personas al interior de edificios”
Tratando de no postergar nuestras tinieblas en materia en ingeniería bélica, de inmediato me adentro sigiloso a conocer un poco más sobre estos aviones netamente de guerra y así es como me puedo enterar que el último extremo de este tipo de aparato es el F-22 Reactor, un avión capaz de desaparecer a miles de pies de altura. “Aviones de Guerra: aviones invisibles”, repasa las características y diseño de este prodigio de la aviación presente en los últimos conflictos bélicos.
El F-22 Reactor es el caza más avanzado del mundo. Puede volar durante largos periodos de tiempo, superar la velocidad del sonido, atacar y desaparecer en un segundo. Y no sólo es rápido, sino que además es casi invisible para los radares.
A la madre: si yo fuera uno de los destinatarios de los alcances y propósitos que tendrá esta cosota cuando pise suelo sonorense, sin pensarla ya me hubiera ido lejos, pero muy muy lejos..
Como no lo soy (lo juro), me quedo tranquilo y dispuesto a encontrar el mejor sitio para ver la llegada de tan bárbaro armatoste (aunque a lo mejor ya está aquí pero como es tan sigiloso no nos hemos dado cuenta).
Mientras sé si ya está aquí o no o si ya anda por ahí en el barrio el Jito, en la Colonia Palo verde, en las inmediaciones de Tecoripa o de Divisaderos o de Ures, ubicando peligrosos malhechores, debo de confesar que por más del primer mundo que se considere ese aparatote, su adjetivo de “sigiloso” no me convence y ante tal situación, más interrogantes me asaltan y más miedo me da (es decir, la seguridad que debería brindarme el Secretario con sus acciones, al menos en mi, no se logra). Y es que, consultando a grandes amigos filólogos que tengo, uno de ellos, mi favorito, afirma de entrada que el adjetivo entraña una entidad humana, dado que esa característica, nombrada así, es producto de la volición, es decir, de la voluntad de quien realiza la acción, algo que únicamente tenemos nosotros, los humanos.
Mi asesor considera, además, que ese calificativo nos permite enfocar otro rasgo semántico. Quizá si dicen “avión sigiloso” (o carro en actitud sospechosa como suelen decir los policías en su parte informativo) estemos frente a una figura del habla, es decir, es simplemente el uso de una palabra que se aparta de su significado normal o literal y se emplea como una metáfora, como un símil o, en este caso, como una personificación.
Se pudiera pensar que el funcionario trató de elaborar una gran figura del habla, pero es mucho pedir, no creemos que eso le haya pasado por la mente, luego entonces, esa frase es desafortunada semánticamente.
Si sus inventores o el propio Secretario querían llamarlo de algún modo a partir de sus características, creo que pudieron ser más precisos. Si la nave podrá planear con los motores apagados, tendrá dispositivos que trabajarán con energía solar, contará con cámaras de visión nocturna, diurna e infrarrojas, pero andará (no sé si con piloto o sin piloto) como escondiéndose, como pertrechándose en las nubes, a Jaime Maussan nadie le quitará de la cabeza que eso que recorre el espacio sonorense es un OMNI.
Si con todo ese montón de luces y atentando contra la pudorosa intimidad de quienes en ese momento estén bañándose,o estén entrelazados en intemperantes amoríos, o un joven esté aprovechando al máximo las horas de visita en casa de su novia, se nos dice que el mentado aeroplano además detectará personas al interior de edificios, pues entonces no le digamos avión sigiloso (el factor sorpresa que conlleva el mentado sigilo ya lo echó por tierra el propio Secretario), sino llamémoslo avión fisgón o avión voyerista, por más que este patrón de conducta corresponda también a una acción humana.
En fin, mientras cada uno de nosotros –los buenos– hace lo suyo y empieza a enjarrar sus casas con plomo para evitar ser vistos en comprometida situación, bien haríamos en no perder detalles y estar muy atentos para saber en qué termina este thriller tan audaz y de impredecibles consecuencias.
Esto es de ya, no pierda tiempo queriendo ver el arribo de ese reactor cual si llegara un velero con diez cañones por banda y viento en popa a toda vela o un yate de esos con que alborotaron a los Guaymenses y no han vuelto, o el último modelo de la Ford, o un caballo o una criatura bicéfala de feria. Recuerde que es sigiloso: puede que ya esté, que no esté o apenas va llegando.
En cuanto al Secretario, creo que bien haría en blindar su puesto con mejores declaraciones, no vaya a ser que por colmar al señor Gobernador, tenga que salir sigilosamente de él.
Con lo que respecta a los malos, véase narcotraficantes, polleros, roba carros, quita estéreos, estupradores, sicarios, asaltabancos, salteadores de caminos, carteristas, aguajeros, matones de ocasión, malandros, gandayas, tahúres, inadaptados sociales, mal ocasionados, tinacos, mocochangos, Jaipos, cuatreros, timadores, malversadores del erario público, exhibicionistas, criminales organizados y desorganizados, similares y conexos no queda más que advertirles que hasta aquí llegaron y que a partir de ahora, deben andarse toditos con cuidado, porque desde algún punto celestial, sigilosamente, un Munro los vigila…
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