por Miguel Ángel Avilés
Su emoción tenía un par de fundamentos: era el mejor jugador mexicano de todos los tiempos y recientemente había llevado a los Pumas de
Estos la verdad, para quien sepa algo de este deporte y este al tanto de su liga de primera división no eran argumentos muy sólidos: la trayectoria de buen jugador no ha garantizado nunca que por ese solo motivo seas un gran técnico. Ejemplos hay de sobra. Por otra parte los dos campeonatos obtenidos con los universitarios por muchas razones no eran motivos suficientes para considerar que el macho ya se merecía el cargo del cual ahora lo desbancan.
En efecto: en su segundo aire al frente de los pumas-pues en la primera vez fue a él al que le dieron aire-logró dos campeonatos pero esto se debió en gran medida al sistema de competencia del fútbol mexicano pues sin ser nunca líderes generales, es más llegando de panzazo a través del repechaje, tuvo la suerte de colarse a la final y ganarlas apretadamente. A eso hay que sumarle que si en apariencia Hugo dirigía al equipo de la máxima casa de estudios del país, a él lo dirigían o le daban línea por un lado allí en la banca Sergio Egea-que también lo mantuvo en la selección- y, por otro desde la tribuna alguien casi tan arrogante como hugol pero eso sí con mucho conocimiento sobre dirección técnica como es el caso de Mario Carrillo. De esto poco se dijo pues el ahora destituido era el que se ponía frente a los reflectores y todos los aplausos, alimento imprescindible en su vida, se los llevaba él.
Los pumas pues, salieron campeones esas dos temporadas pero nadie dijo a pecho abierto que paradójicamente los puntos que habían hecho en esos dos torneos eran mus bajos tanto así que su porcentaje los puso en riesgo y en zona de descenso. El espejismo cejo a muchos y pusieron a Hugo como la reencarnación del altísimo.
En ese periodo y los cuatro años siguientes se estuvo ofertando como el garbanzo de a libra para dirigir al tricolor y cuando la primera vez le favorecieron los votos a Ricardo Lavolpe, porqué el declinó, inició una persecución encarnizada contra el Argentino a quien no le dio ningún merito de los varios que tuvo este como D.T. del equipo.
Vino el final del mundial 2006 y entonces Hugo inicio su campaña la cual como era de esperarse tuvo sus frutos pues seguidamente fue nombrado por fin Director Técnico de la selección Mexicana de fútbol.
Los directivos no deben hoy darse por sorprendidos por el fracaso del pentapichici. Los jerarcas del fútbol mexicano sabían que en el mercado nacional o el extranjero si querían había varios mejores que Sánchez Márquez. En México, por ejemplo, teníamos a Víctor Manuel Vucetich, a los hermanos Tena, a Raúl Arias, al Profe Meza(con mas tiempo y mas paciencia), al propio Chucho Ramírez(sin que tampoco sea el infalible que muchos creen) por citar sólo estos cinco que si saben de dirección técnica y que además tenían muchos pero muchos más meritos que Hugo Sánchez. En el extranjero ni se diga: precisamente ya rondaban a la caza de la chamba algunos de los prospectos que ahora se mencionan.
Todo esto el diván no lo está diciendo hasta ahora ni está poniendo banderillas a Hugo pasado. Desde su nombramiento y hay testigos (protegidos por cierto por si Hugo quisiera desquitarse con ellos) que no me dejaran mentir, advertimos que él no era el idóneo, que nos iría de la patada con su dirección, que había muchos mejores como los que ya nombramos y que tarde que temprano pedirían a gritos su salida.
Pero Hugo Sánchez no había sido nombrado para que fuera un simple director técnico cuyas promesas todos sabían que no cumpliría, sino que además era contratado como un producto muy rentable, con mucha demanda que utilizándose mutuamente dejaría y estaba dejando miles de millones de dólares al propio Hugo, a
Sucede sin embargo que cuando empiezan las competencias de importancia y el súper entrenador tenia que dar muestras de que si era un verdadero estratega en el deporte de las patadas pero sobre todo tenia que empezar a cumplir lo que con tanta seguridad y demagogia prometió cuando traía a cola a Ricardo Lavolpe, sus palabras se descarrilan y no se reflejan en los hechos.
El producto entonces fue de mal en peor, no cumplió objetivos, registró para la historia derrotas que nunca habíamos tenido y ya para acabalarla de amolar quedamos(nótese que el diván también se incluye en el fracaso)fuera de las olimpiadas, los dueños del fútbol mexicano se percatan que este ya no tan jovenazo estaba poniendo en riesgo no el prestigio de este deporte, que tal cosa en realidad les importa un comino, sino el titipuchal de dinero que tenían pronosticado ganar con el éxito que estaban seguros que conseguirían con Hugo Sánchez Márquez, el niño de oro, el pentapichichi, el que tantas alegrías nos dio cuando jugaba a los aficionados y a quien no merece que le regateamos un ápice como gran futbolista que fue pero que ahora debe estar contratando de tiempo completo a un panel de terapeutas, psicoanalistas, gestaltistas, regresionistas, Darwinianos, chamanes, curanderos, lectores de cartas, del café, de la mano y del tarot para que le ayuden a responderse y a explicar porque hoy no triunfó ni lo levantan en hombros, ni lo idolatran, ni le rinden pleitesía, sino ante los descalabros que nunca en su trayectoria habían tenido esa gravedad, lo dejan caer como cualquier material desechable tal como lo suelen hacer los cárteles de Televisa y TV azteca cuando algo ya no les sirve ni les reditúa nada…
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