miércoles, 30 de septiembre de 2009

TE LO DIGO EDUARDO PARA QUE LO ESCUCHES MEMO

Miguel Ángel Avilés
avilesdivan@hotmail.com
El sufragio emitido el pasado 5 de Julio dejó varias lecturas que si Guillermo Padrés hasta ahorita no ha sabido leerlas, puede tropezar con la misma piedra del descontento generalizado que cosechó Eduardo Bours sobre todo en la última parte de su sexenio y que a la postre le truncó el proyecto político que había planeado a largo plazo.
El ahora gobernador deberá tener muy claro, aunque a estas alturas para algunos pudiera ser una obviedad o una intrascendencia, que si bien le favoreció el convencido voto duro de sus simpatizantes partidistas, un alto porcentaje de sufragantes, aunque parezca un simple juego de palabras, no votaron precisamente a favor de él, sino en contra del cajemense.
Dicho de otro modo: si bien la papeleta fue cruzada sobre el nombre del cananense, en mucho se votó en contra de que el grupo y proyecto Boursista se postergara y no en todos los casos a favor ni con el convencimiento pleno que el candidato blanquiazul era el guía que estaba esperando Sonora para brindar una mejor calidad de vida a sus habitantes y trascender así en la historia como un gran estadista.
Vamos: se votó a partir del hartazgo hacia la prepotencia, el compadrazgo, el cinismo, la soberbia, la oscuridad en la forma de ejercer el poder público y no como la mágica consecuencia del deslumbramiento y la certeza de que el abanderado de la famosa alternancia era el bebedizo para remediar todo nuestros males.
Es mas: ¿Recuerdan el por que se votó mayoritariamente a favor de Vicente Fox y no por Francisco Labastida en el 2000? Ah, pues eso pasó aquí pero en chiquito.
Es ahí donde el partido que asume la gubernatura debe tener cuidado: si paulatinamente se observa que la variación partidista sólo nos deslumbra con espejos pero en el fondo todo sigue igual, sin remedio alguno se nos vendrá a la mente ese término ya trillado si quieren pero no menos cierto, como lo es el gatopardismo, esa paradoja expuesta en la novela El gatopardo, del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa que se traduce en el apotegma, por decir lo así, de "cambiar algo para que nada cambie”.
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".
"…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
Evitar lo anterior es el reto Padresista. Y es que el 5 de Julio pasado una buena parte de la gente no sólo le cobró la factura demoledoramente hacia Eduardo Bours por su abyecta forma de ejercer el poder durante estos seis años, sino que además también advirtió, al que llevaban al triunfo, de que si repiten estos padrones de conducta, sí no se fumiga en serio la corrupción en las dependencias de gobierno, si no democratiza la forma personal de gobernar, si se persiste en nombrar aquí y allá a sujetos acomodaticios, tan polifuncionales que lo mismo están en un puesto que en otro no por su talento sino por una mera recompensa electorera.
Si no alcanza una verdadera distinción con el que deja el cargo,si continúan los enriquecimientos (in)explicables, si se mantienen los privilegios para unos cuantos, si de su figura se quiere hacer una omnipotencia y se esculpe una idolatría gracias a la sumisión de algunos medios de comunicación, si se prioriza el intereses privado ante el interés público y este no se transparenta, si se sigue tolerando el nepotismo y si sus promesas de campaña que provocaron ilusiones se escurren por el caño del artificio y su palabra empeñada se volatiza en el nebuloso ambiente de la traición, en seis años mas, si no es que antes, habrá de estar como ahora lo estuvo Bours, en el paredón electoral a punto de ser fusilado irremediablemente por el voto ciudadano.
Aún es demasiado temprano para evaluar su desempeño. Pero a la vez, sin embargo, está muy a tiempo para aquilatar la confianza que el resultado en las urnas le otorgó.
Los nombramientos para conformar su gabinete y las designaciones que se han hecho gradualmente, no han adquirido el consenso deseado. La prolongación en el cargo o la cuasi ratificación del titular de la Procuraduría General de Justicia ejemplifica dicho descontento y traen consigo ya algunos comentarios de desilusión.
Y es que para gobernar al estado no es suficiente la aviada y el buen sabor de boca que deja un favorable resultado electoral. Esa de pronto se acaba, termina con la fiesta y enfrente no está más que la cruda realidad.
Si bien nos miraríamos presurosos si a quince días de tomar protesta ya le estuviéramos pidiendo magros logros a Guillermo Padrés, sí cuando menos le haríamos bien en recordarle que ya dejó de ser candidato y que esa sonrisa forzada que nos brinda en cada imagen y en cada flashazo no puede ser para siempre, al menos que sea una irreversible contractura facial.
Y es de aquí pal real se tiene frente a sí, el reto de trastocar la cosa pública y sacudirle todo ese polvo gubernamental que con dureza cuestionó cuando contendía para llegar al cargo que ahora tiene.
La lección que se le dio en las urnas a Eduardo Bours Castelo, insistimos, llevaba copia para Guillermo Padrés Elías. Te lo digo Eduardo para que lo escuches Memo, escribiría la gente ese domingo tan triste para muchos pero tan victorioso para otros.
Pero si eso no se tasa y no se corresponde en los hechos con las expectativas creadas, así del tamaño del triunfo así también será el tamaño de la decepción.
¿Recuerdan el desencanto que trajo la presidencia de Vicente Fox?. Ah, pues en un descuido eso puede pasar aquí en Sonora pero en chiquito.

viernes, 18 de septiembre de 2009

TERRORISTAS

Miguel Ángel Avilés.
avilésdivan@hotmail.com


El México contemporáneo es una gran puesta en escena. No acabamos de salir de un acto cuando ya iniciamos el otro.
Ahora tenemos que un tipo secuestró un avión y de pronto llegamos a pensar que era el banderazo de salida para la tercera guerra mundial. Así, con esa grandilocuencia, empezó a correr la noticia ese día 9 del mes 9 del año 2009.
Pero el aparato de seguridad se puso en práctica y, en una cuantas horas, todo estaba bajo control. De acuerdo a las primeras imagines y crónicas televisivas parecería indicar que algún miembro de la organización terrorista Al Qaeda o de la ETA había caído prisionero, gracias a la efectividad del gobierno Mexicano.
Ahí estaba frente a nosotros el facineroso: se nos presentaba como el mejor ejemplo para entender el Tratado Antropológico Experimental del Hombre Delincuente, escrito por el doctor Cesar Lombroso. Un tipo de gesto aterrador, horripilante, (la etapa intermedia entre el simio y el hombre como afirmaba el doctor Veronés) pero, sobre todo, con un alto grado de peligrosidad. Era Juan Molinar Horcasitas, el secretario de Comunicaciones y Transportes, quien en breve entrevista con Joaquín López Dóriga, confirmaba que un avión de Aeroméxico, vuelo 576 de la ruta Cancún-México, estaba secuestrado por tres sujetos de quienes se desconocía su nacionalidad, aunque se presumía que eran de origen sudamericano.
El suspenso nos invadía. El terror, principal propósito de estas gentes, comenzaba a expandirse por todas las regiones del planeta.
La primera demanda de los extremistas ya estaba en curso: que quieren hablar con el presidente. Esa noticia se propagó como fuego en palma seca.
Los minutos transcurrían y la zozobra se generalizaba. Sin embargo, dos horas más tarde, las fuerzas reales de Felipe Calderón, para tranquilizador respiro de nuestro país y el mundo entero, habían controlado la situación y los fanáticos rebeldes, gracias a Dios, estaban asegurados. Nos dijeron.
Media docena de saboteadores bajaban esposados de la nave. No obstante, otra vez la labor policiaca a la mexicana había metido las cuatro deteniendo a la brava a un puñado de inocentes, entre ellos a un diputado, quizá porque al interrogarlo él les dijo que era del PT y ellos, científicamente, de volada han de haber llegado a la irrefutable conclusión que dichas letras significan Puro Terrorista.
Subsanado su error, terminaron por reducir la lista de detenidos a solamente uno.
De este modo pudimos ver en pantalla a ese tipo de cuidado, de sumo riesgo para el país, con rostro bonachón como si no quebrara un plato pero, según se ha nos ha dicho hasta ahora por varios medios, con probables vínculos con el crimen organizado: se trataba de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, quien en conferencia de prensa detallaba el operativo para rescatar a los pasajeros que venía en el vuelo y nos informaba que el temible secuestrador del avión de Aeroméxico había sido identificado como Jósmar Flores Pereira, de origen boliviano.
Sobre la detención de por lo menos otros seis pasajeros del vuelo, García Luna explicó que esto ocurrió porque el pastor religioso había dicho que su conducta se produjo a partir de una revelación divina y que eran tres los que estaban realizando el acto. Y en efecto, así lo dijo el señor, pero en su revuelta mental se refería nada mas y nada menos que a la santísima trinidad, lo cual nos conduce a sospechar que si el secretario no es desengañado a tiempo, capaz y que gira instrucciones a sus agentes para que fueran en búsqueda del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y que a como a diera lugar se los trajeran en carácter de presentados.
Casi para terminar y como si esto fuera lo menos importante de la noticia, el intachable funcionario precisó que el secuestrador no portaba ninguna arma, ni explosivo y que lo que presentó a la azafata fue una simulación.
Por eso digo que el México contemporáneo es una gran puesta en escena. Y es que en realidad lo que ante la vista de todos se quiso exponer como la hecatombe para potenciar la supuesta efectividad de nuestras fuerzas armadas (de valor), no era sino la consecuencia de una mala, muy mala resaca de un hombre en estado de embriaguez que andaba amanecido, por decirlo así con cierta elegancia.
Y que no hay que par por alto el dato de que el avión salió de Cancún y quien conozca éste paradisiaco lugar, habrá de coincidir conmigo que es casi imposible evitar una noche de farra en tan apetecible destino turístico.
Si se trata de ser tan contundentes, como los fueron nuestros burócratas encargados de la seguridad nacional, podemos aventurarnos a decir, quien quiete y sea la verdad real, que José Marc Flores Pereira, de 44 años, de por si ya alienado por su delirio bíblico, se echó sus buenos alipuses una noche antes, sin reparar que su vuelo salía muy temprano y, con esa entonación patria, llegó al aeropuerto casi exigiendo su tequila, casi exigiendo su mezcal.
La demora de estos transportes es pan de todos los días y José Marc, con la descompensación a flor de peda, no iba a esperar hasta estar cómodamente sentado en el fuselaje para hidratar su robusto cuerpo, amén de que las líneas aéreas no se caracterizan por dar apetecibles manjares a sus viajantes.
Eso motivó que el andino, por si sí o por si no, se abasteciera con dos latas de Jumex, las cuales hasta esa mañana (quien sabe ahora), no aparecían dibujados en los señalamientos aeroportuarios como objetos que no puedan subirse abordo y por lo tanto él lo hizo.
Por eso ahora se ve en las imágenes a un José Marc muy orondo, portando estos mortales objetos en la sala de espera.
Con ellos más unos alambritos mas su fanatismo religioso, mas su cuasidemencia a cuestas, abordó a la hora indicada sin ningún contratiempo.
Pero ya arriba (y esto de “arriba” puede tener múltiples acepciones) y con una cruda en aumento nadie se está quieto, menos si hay descomunal turbulencia a miles de metros de altura.
Es muy probable -y me atrevo a decir que aquí es donde nació toda la confusión que luego la convirtieron en algo parecido a la llegada del anticristo o a la versión II del atentado al World Trade Center- que al ver que José Marc iba y venía, una de las siempre bellas azafatas, celosas guardianes del orden, le comunicó al capitán los desfiguros que andaba haciendo por todo el pasillo el amanecido y polifacético personaje.
El capitán-sujeto emisor- se comunicó a torre de control y en un muy castizo lenguaje les dijo: “me ha sido comunicado por mi asistente que un tipo, biblia en mano, trae un avión”.
Esto trajo consigo que, dando al traste con los conceptos básicos dentro de la comunicación, se empezara a jugar al ya famoso juego del teléfono descompuesto.
En torre de control, el encargado(al que por razones de método llamaremos sujeto receptor) no muy familiarizado con el lenguaje popular o muy dogmático en el intercambio comunicativo, entendió de manera literal eso de que “trae un avión” y ahí tenemos que puso en revolución a la nación entera.
En segundos todas las tropas federales habían acordonado el aeropuerto de la ciudad de México y el planeta entero tenía los ojos puestos para conocer el desenlace, mismos que de primas a primeras se temía que fuera de mortales dimensiones..
Rezos, estrategias, llamadas, rumores cruzados, vertiginosa información, medición de riesgos, resguardos de los pozos petroleros, coordinación de los tres poderes, en alerta toda la comunidad internacional, fatalidad por el famoso día 9.9.9 y los segundos se hacían minutos, y los minutos, horas.
En cuanto se tuvo el primer acercamiento con el supuesto pirata aéreo (y esto de “pirata” puede tener múltiples acepciones), de inmediato se le lanzó la pregunta de rigor en este tipo de negociación:
-¿Qué quieres?
- Un Presidente, atinó a decir un sudoroso José Marc con voz traposa.
- ¿¿un presidente??? Le reformularon los interlocutores.
-obviamente, dicen que ratifico con desesperación el andino
Y ante esa nueva confusión comunicativa, ignorantes del contexto que envolvía al trasnochado José Marc y convencidos estos de que se estaba negociando con un iracundo saudí, o con un enfermo kamikaze, trasmitieron la exigencia y enseguida se empezó a decir que los frenéticos terroristas querían hablar con Felipe Calderón Hinojosa.
Unas horas de angustia más.
Para cuando la mayoría ya orábamos por la integridad del jefe supremo de las fuerzas armadas mexicanas para que saliera con vida de esto y nos siguiera llevando por el provechoso camino que ahora nos conduce, las cadenas televisas se enlazan en vivo con quien llegamos a pensar que se trataba del terrorista de marras, pero era Juan Molinar Horcasitas, el Secretario de Comunicaciones y transportes, quien, victorioso, nos regresa la calma al anunciarnos que las fuerzas de seguridad tomaron el avión en una acción inesperada para reducir a los secuestradores y rescatar a la tripulación que permanecía en la aeronave.
El México contemporáneo es una gran puesta en escena.
Por un lado, se trasmitía en vivo y a todo color el momento en que un experto, con un traje como de apicultor de esos que laboran en los alrededores en la crianza de las abejas o como ese que usó Neil Armstrong en su arribo a la luna, desactivaba con sumo y quirúrgico cuidado un par de maletas que contenían el letal artefacto confeccionado con dos mortíferas latas de Jumex y unas radiactivas lucecitas.
Por el otro, se presentaba ante los medios de comunicación a este hombre que más que terrorista parece un líder charro del SNTE que, como ya se está viendo, por el desvanecimiento de las acusaciones o por su inimputabilidad, nada le pasará por las conductas que llevó a cabo, pero para entonces ya habrán echado a andar toda la maquinaría ministerial y judicial con los costos que esto implica.
Después de saber lo que pasó, pienso que hubiera bastado inmovilizarlo y trasladarlo al Centro de Sanciones Administrativas y de Integración Social “El Torito” para aplicarle una indolente sanción de hasta por 36 ejemplares horas. Nada más.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

WALMART: ¿AL CLIENTE LO QUE PIDA?

PROFECO-SONORA: UNOS SÍ, OTROS NO

Miguel Ángel Avilés
avilésdivan@hotmail.com

Me la creí. Llegamos a pensar que todo producto que vende Nueva Walmart de México S. de RL de C.V., por ser nuevo era infalible y que no se descomponían al poco tiempo de haberlo comprado.
Me la creí. Por que, a decir de sus propios portales electrónicos “el gigante mundial de la gran distribución por antonomasia se ha transformado en ejemplo paradigmático del conocimiento del cliente”. Me la creí por que esta empresa se jacta de que “los analistas son unánimes: la piedra angular sobre la que descansa el éxito de Wal-Mart es el conocimiento exhaustivo de sus clientes”.
Me la creí y con esa confianza que ahora invita al engaño acudimos a comprar un refrigerador cuyo precio no es como para darlo de propina.
Pensamos que lo echaríamos a andar y que nos duraría más de diez años con la lealtad que duró ese que, ya agotada la maquina por vieja, iba a ser sustituido por este que recién habíamos adquirido al contado en esta compañía de origen estadounidense, considerada la más grande
minorista del mundo.
Pero una tarde de agosto, la gran adquisición de pronto paulatinamente dejó de helar hasta dejarlo de hacer por completo.
Vino el coraje pero luego nos tranquilizó la creencia de que bastaría acudir a Wal-Mart y que, soportado en su aparente seriedad, nos darían nuestro lugar como clientes, poniéndole atención inmediata a la contingencia que había sufrido el mentado electrodoméstico.
Así, ilusos, con documentos de compraventa por delante nos apersonamos frente al mostrador de atención a clientes y planteamos la contrariedad.
Una mujer de cabello de color descuidado y cara de permanente rigidez, escuchó, sólo me escuchó y llamó a quienustedesquieran- el nombre me lo reservo para proteger a los inocentes-quien, después de escuchar el motivo de mi presencia, me dice que lo sentía mucho, que él nada por día hacer porque la garantía con Wal-Mart había fenecido un mes posterior a la compra.
Le pregunté lo que aparentemente es un absurdo, pero que esta y muchas tiendas con la complacencia de las autoridades supuestas protectoras del consumidor, todavía no alcanzan a fundarlo desde lo legal en un contrato de compraventa como el que había ocurrido hacia un par de meses: ¿en que disposición legal se basan para imponer, con toda desventaja para el cliente, un término tan breve en un aparato como este?
“Son la políticas de la empresa” intentó explicar el muchacho cuyo nombre me lo reservo para proteger a los inocentes. “Lo que se puede hacer es llevarlo con el proveedor para que se lo arreglen” y me hizo pensar de pronto que el refrigerador lo había comprado en la segunda del Tianguis del Paloverde y no en una compañía de origen estadounidense, considerada la más grande
minorista del mundo.
-¿Entonces ustedes nomás irían por él a la casa y lo llevarían con ellos? Pregunté como para desvanecerme un poco de mí ya naciente encabronamiento.
-No, si nosotros no vamos por él. Usted lo tiene que traer y nosotros nos llevamos para allá, precisó el joven cuyo nombre me lo reservo para proteger a los inocentes.
Suspiro hondo de mi parte, y la memoria echada a andar para saber
quien, con un carro apropiado, me pudiera auxiliar en esa irremediable misión y así evitarme la pena de ir como el pípila por todo el periférico.
El empleado cuyo nombre me lo reservo para proteger a los inocentes, pudo ver en mi cara el reflejo de mi conmoción, pero ante mi pregunta obvia de que para cuando quedaría listo, soltó el pilón de su candorosa, casi obligada frialdad:
“-pues a veces se tardan como un mes…”
¿¿Un mes??? Repregunté asombrado quizá para arañar la posibilidad de que había escuchado mal…
(“Los analistas son unánimes: la piedra angular sobre la que descansa el éxito de Wal-Mart es el conocimiento exhaustivo de sus clientes”).
Como defensa, a lo mejor como imploración para que se condoliera de alguien que puede quedarse hasta un mes sin refrigerador, le pinté una rápida monografía sobre el clima de Hermosillo en estas fechas: El clima es caluroso y extremo, llegando en ocasiones a superar los 45°C en verano…traté de que entendiera lo que significaba quedarse sin refrigerador en estas temporadas…traté, mucha otras cosas traté.
Todas recibieron una mirada impersonal, un silencio como de estudiante que no se sabe ninguna respuesta en un examen oral.
Le pedí la dirección del lugar a donde habría de llevar sin remedio el mueble y su sinceridad me asustó: la verdad no se donde queda, pero le voy a dar un número a donde puede llamar. A lo mejor ellos pueden ir por él, dijo como esperanzándome. Se perdió por unos minutos y regreso con un trozo de papel arrancado de una hoja en el cual venía anotado un número….una, dos, tres llamadas el fin de semana y, lógicamente ¿lógicamente? no contestaron.
El lunes en la mañana ya había consecuencias de la inutilidad del refri: las mayoría de lo productos estaban echados a perder o en vías de…Pasadas las dos de la tarde, arranqué hacia la PROFECO, ese organismo para la defensa de los derechos del consumidor en México (aquí pueden soltar cualquier expresión).
Me recargué en el mostrador que está a la entrada y como si fuera el hombre invisible, dos mujeres siguieron su conversación cual si no hubiera llegado nadie.
La que ahora se que se llama Zulma Gutiérrez se me quedó viendo y me inquirió con un “que se le ofrece” seco y reclamante como si me hubiera introducido a un domicilio privado.
Le conté lo que pasaba, le expuse el trato de la empresa Wal-Mart, le platiqué el remedio que me daban y creyendo que ahí la llevaba yo con mi intento de lograr su comprensión, interrumpió:
“-Te voy a ser sincera: nosotros No entramos con Wal-Mart,…para citar al proveedor nosotros le damos un procedimiento. ¿No has hablado al teléfono de quejas?”(sic)
Le aposté a mi paciencia y creyendo que ello sería infalible ante sus incongruencias, desenfundé el conmovedor argumento del clima en Hermosillo.
Fallé. Cual si lo tuviera ensayado, arguyó: “Todo esto lleva un procedimiento…siempre y cuando se niegue el servicio, pero ellos no le han negado el servicio, concluyó, y yo de pronto pensé que me había metido a una nueva oficina de atención a clientes del propio Wal-Mart y a no a la instancia que defiende al consumidor.
No me di por vencido-que pareciera que ese es su propósito ante el usuario- y recurrí a toda una gama de métodos didácticos para hacerla entender que su trato, lejos de eficientar el servicio público, lo volvía inoperante, morosamente oficinesco.
Conseguí una victoria pírrica: bueno, si procede su queja, pero les pondría cita(a los proveedores) como para el 20 de septiembre (ella también hacia su luchita por lograr, como lo ha de hacer con tantos otros, que me diera por vencido y que me fuera mucho al demonio.
Por poco y lo logra conmigo, estuve a punto de aventar todo y utilizar mi refrigerador como ropero, o para jugar a las escondidas o tirarlo en el patio y agarrarlo como almacigo para sembrar hortalizas.
Perro agarré aire y le pregunté si no contaban con una sala mediadora para casos que requirieran premura…
El mismo trato: no, no contamos con eso.
Inhalé, exhalé…Inhalé, exhalé y puse de mi parte: ok, entonces tómame la queja.
-No, ya no se puede.
_ ¿Cómo que ya no se puede? ¿Por qué?, inquirí desesperado, como si en el aeropuerto me estuviera dejando un vuelo y no me dejaran pasar a la plataforma de despegue.
-Porque las quejas por comparecencia sólo se reciben de 8:00 a 2:00 de la tarde…
_Pero si apenas pasan de las 2:00...llevó más de media hora aquí...Me interesa interponer la queja.
_Ah pues tráigala por escrito…las quejas por escrito se reciben de 8:00 a 3:00 y verbalmente de 8:00 a 2:00 de la tarde…sentenció con un velo de prepotencia, esa criatura que nace de la ignorancia, de la tosquedad y en el ambiente, lo juro, sentí la presencia de Héctor Suárez representando a todos sus personajes de su memorable programa de “¿Qué Nos Pasa?”
_ Al borde de la embolia, le hice una última pregunta que a lo mejor debió ser la primera ¿Usted que puesto tiene aquí?
_No se, pero soy Licenciada (sic).


_ Me sobrepuse de mi perplejidad y pedí hablar con el delegado Javier Neblina, ese hombre con rostro de niño, tan dado a aparecer ante los medios como un funcionario atento y eficiente, merecedor de nuevas oportunidades de proyección personal en el gobierno de la alternancia.
De eso estaba convencido cuando entre a su oficina, de eso quedé convencido cuando salí de ella.
Porque me la creí. Mirada de aparente asertividad, retórica de funcionario eficiente, reproches para su empleado como Zulma a quien, después de exponerle su manera tan cálida, tan profesional para atender a la gente, como algo común, sólo atinó a reprochar su inexperiencia.
Luego hizo llamadas, preguntó por Rene Callejas, sobre quien mas tarde sabría que estaba a cargo de la mesa de conciliación inmediata, esa instancia que, según Zulma, no tenía la dependencia donde labora diariamente.
Hace promesas, anota mis datos, sugiere que al día siguiente presente la queja por escrito-claro en el estricto horario para ello- y me manda a mi casa contento, muy contento, digamos como creyendo que Neblina Vega era un funcionario de resultados y no un simple militante partidista que trae mas puesta su mirada en lo que le presagian los siguientes días de nombramientos sexenales.
Una hora mas tarde Rene Callejas está sonando en mi celular. Su amabilidad es elocuente, dispuesto a escuchar y poner remedio a mi penuria que no es exclusiva de un loco, sino que ejemplifica otras odiseas que a diario de vive como consumidor gracias al abuso del mercado y la pasividad de las autoridades encargadas de protegernos.
Me ilusiono, le aclaro que no quiero trato preferente, pero si lo llamo a que sus finas atenciones encomendadas, según me dijo, por el propio Delegado, se traduzcan en soluciones concretas.
Esa misma tarde rastreo telefónicamente a la que ahora se que se llama Electro Industrial, centro de garantía de LG y Samsung. Una voz amable de mujer del otro lado del auricular se presenta y escucha toda la incidencia que motivó mi llamada. Toma datos, registra reporte y anuncia que, contrario a lo que advertía Wal-Mart, ellos vendrán por el aparato, pero será hasta cinco días después. La conmuevo con mi monografía climática y queda en tres.
Mientras tanto, al siguiente día, voy y cumplo con el encargo de Javier Neblina. Queja en mano pido a la Licenciada Zulma que me la reciba pero me pasan a una mesa y luego a otra.
Ahora estoy frente a la que, según su blusa, se llama Sandra Cota. Le acerco el escrito para que me lo reciba. Lo hace, pero antes precisa: “No soy oficial de partes, soy abogada resolutora…a mi nomás me encargaron el sello”. Y lo estampa sobre el escrito original y una de las copias.
Pregunto por René Callejas pero el encargado de Conciliación inmediata no está. Las promesas de ayer, no se han cumplido hoy.
Trato de hablar con Neblina vega para decirle que cumplí al pie de la letra con su pedimento. Me afirman que está ocupado, que tiene a dos gentes con él, que será difícil que me atienda, por que va a salir.
La puerta de su oficina se abre y voy hacía a él para informarle. Se le ve inquieto, evasivo, la empatía de un día antes ya no parece tanta, tampoco se ve ya la voluntad que aparentaba su labia. Parece que los modales de Zulma ya contagiaron a sus superiores.
Me voy de ahí, no sin antes pedirle al delegado que cuando menos me preste un refrigerador. Risas de su parte.
Al siguiente día llamo y me atiende Martha Zavala pero no hay noticias sobre mi queja. René Callejas, el encargado de Conciliación inmediata no ha vuelto a llamar.
Un día más e insisto. Ahora es miércoles y me atiende Oralia Murguía. Su atención es fina y su voz es un arrullo, una tonada melodiosa que deberían de aprender varios de sus compañeros. Afirma que tiene el escrito de mi queja en sus manos y un recado para Rene Callejas, pidiéndole que me llame para saber como va su famosa conciliación inmediata. Le subrayo que no estoy pidiendo ningún trato preferente, a lo mucho es un llamado para tener un servicio público eficiente.
El jueves fildeo a Electro Industrias. Equivocan el horario pero vuelven en la tarde y ahí estamos recibiéndolos, contándoles la repentina descompostura del aparato. Son Juan y Ramiro los que vienen a cumplir la orden de trabajo. Son tipos sencillos, asalariados, con la vocación de servir. Pronunció sus nombres y suena como si me refiriera a un dueto de música norteña. Rastrean el daño y tienen una hipótesis. El mes con el que amenazaba el de Wal-Mart se convierte en un día para otro, incluso quieren traerlo el fin de semana para asegurase que no falle. Sin tanta palabrería mediática, ellos resultan eficientes. Los dos salen cargando el refregirador. Pareciera que llevan un ataúd metálico de esos que proporciona el DIF.
De la queja aún no hay novedades. Han pasado cinco días desde que se interpuso y más de diez de que el producto adquirido en Wal-Mart se vino a pique. Tampoco ha vuelto a llamar en encargado de conciliación inmediata, Rene Callejas.
El sábado el compromiso se cumple puntualmente. El refrigerador vuelve a cobrar vida.
Pasan los días y no he vuelto a saber nada de mi queja. Ninguna notificación, ningún palabra traducida en acciones.
Ahora es miércoles pero no quiero recibir otra descortesía de esas con las que la Licenciada Zulma Gutiérrez acostumbra recibir a la gente que acude a PROFECO. Solicito información por la vía telefónica y ahí está de nuevo esa voz fina y melodiosa de Oraría Murguía. Habla con transparencia y me da el número de expediente de mi queja, pero asegura que aún no se señala fecha para la audiencia porque se intentará la Conciliación inmediata a través de René Callejas.
Le manifiesto que el producto ya quedó. Quiero saber, sin embargo, que fin tendrá mi queja y que hará la Procuraduría por esta acción del proveedor.
Mi asunto puede ser un asunto menor, muy menor. Pero este caso aparentemente singular, es el pan de todos los días tal como ahora lo hizo Wal-Mart, o lo puede hacer un establecimiento, o el changarrero mas abusivo de la esquina con la gente.
Por fortuna la PROFECO ya nos anuncia en su stock la llegada de Consuman, el personaje de historietas creado por ellos mismos y que representa al defensor de los consumidores.
Bendito sea dios: me ha vuelto el alma al cuerpo.
Yo lo propongo como nuevo delegado cuando el actual se vaya.
Pero antes que eso suceda debo de agradecerle a este último todas sus atenciones. Sobre todo la conciliación inmediata: fue insuperable.
Antes bien, ya fui a la delegación de la Profeco a desistirme de la queja.
Si al principio acudí a sus instalaciones fue porque me creí toda la retórica que dice su portal sobre su visión, su misión, sus líneas estratégicas institucionales.
Sí, de la mejor buena fe, todo se lo creí. Pero esta vez solamente.