miércoles, 30 de septiembre de 2009

TE LO DIGO EDUARDO PARA QUE LO ESCUCHES MEMO

Miguel Ángel Avilés
avilesdivan@hotmail.com
El sufragio emitido el pasado 5 de Julio dejó varias lecturas que si Guillermo Padrés hasta ahorita no ha sabido leerlas, puede tropezar con la misma piedra del descontento generalizado que cosechó Eduardo Bours sobre todo en la última parte de su sexenio y que a la postre le truncó el proyecto político que había planeado a largo plazo.
El ahora gobernador deberá tener muy claro, aunque a estas alturas para algunos pudiera ser una obviedad o una intrascendencia, que si bien le favoreció el convencido voto duro de sus simpatizantes partidistas, un alto porcentaje de sufragantes, aunque parezca un simple juego de palabras, no votaron precisamente a favor de él, sino en contra del cajemense.
Dicho de otro modo: si bien la papeleta fue cruzada sobre el nombre del cananense, en mucho se votó en contra de que el grupo y proyecto Boursista se postergara y no en todos los casos a favor ni con el convencimiento pleno que el candidato blanquiazul era el guía que estaba esperando Sonora para brindar una mejor calidad de vida a sus habitantes y trascender así en la historia como un gran estadista.
Vamos: se votó a partir del hartazgo hacia la prepotencia, el compadrazgo, el cinismo, la soberbia, la oscuridad en la forma de ejercer el poder público y no como la mágica consecuencia del deslumbramiento y la certeza de que el abanderado de la famosa alternancia era el bebedizo para remediar todo nuestros males.
Es mas: ¿Recuerdan el por que se votó mayoritariamente a favor de Vicente Fox y no por Francisco Labastida en el 2000? Ah, pues eso pasó aquí pero en chiquito.
Es ahí donde el partido que asume la gubernatura debe tener cuidado: si paulatinamente se observa que la variación partidista sólo nos deslumbra con espejos pero en el fondo todo sigue igual, sin remedio alguno se nos vendrá a la mente ese término ya trillado si quieren pero no menos cierto, como lo es el gatopardismo, esa paradoja expuesta en la novela El gatopardo, del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa que se traduce en el apotegma, por decir lo así, de "cambiar algo para que nada cambie”.
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".
"…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
Evitar lo anterior es el reto Padresista. Y es que el 5 de Julio pasado una buena parte de la gente no sólo le cobró la factura demoledoramente hacia Eduardo Bours por su abyecta forma de ejercer el poder durante estos seis años, sino que además también advirtió, al que llevaban al triunfo, de que si repiten estos padrones de conducta, sí no se fumiga en serio la corrupción en las dependencias de gobierno, si no democratiza la forma personal de gobernar, si se persiste en nombrar aquí y allá a sujetos acomodaticios, tan polifuncionales que lo mismo están en un puesto que en otro no por su talento sino por una mera recompensa electorera.
Si no alcanza una verdadera distinción con el que deja el cargo,si continúan los enriquecimientos (in)explicables, si se mantienen los privilegios para unos cuantos, si de su figura se quiere hacer una omnipotencia y se esculpe una idolatría gracias a la sumisión de algunos medios de comunicación, si se prioriza el intereses privado ante el interés público y este no se transparenta, si se sigue tolerando el nepotismo y si sus promesas de campaña que provocaron ilusiones se escurren por el caño del artificio y su palabra empeñada se volatiza en el nebuloso ambiente de la traición, en seis años mas, si no es que antes, habrá de estar como ahora lo estuvo Bours, en el paredón electoral a punto de ser fusilado irremediablemente por el voto ciudadano.
Aún es demasiado temprano para evaluar su desempeño. Pero a la vez, sin embargo, está muy a tiempo para aquilatar la confianza que el resultado en las urnas le otorgó.
Los nombramientos para conformar su gabinete y las designaciones que se han hecho gradualmente, no han adquirido el consenso deseado. La prolongación en el cargo o la cuasi ratificación del titular de la Procuraduría General de Justicia ejemplifica dicho descontento y traen consigo ya algunos comentarios de desilusión.
Y es que para gobernar al estado no es suficiente la aviada y el buen sabor de boca que deja un favorable resultado electoral. Esa de pronto se acaba, termina con la fiesta y enfrente no está más que la cruda realidad.
Si bien nos miraríamos presurosos si a quince días de tomar protesta ya le estuviéramos pidiendo magros logros a Guillermo Padrés, sí cuando menos le haríamos bien en recordarle que ya dejó de ser candidato y que esa sonrisa forzada que nos brinda en cada imagen y en cada flashazo no puede ser para siempre, al menos que sea una irreversible contractura facial.
Y es de aquí pal real se tiene frente a sí, el reto de trastocar la cosa pública y sacudirle todo ese polvo gubernamental que con dureza cuestionó cuando contendía para llegar al cargo que ahora tiene.
La lección que se le dio en las urnas a Eduardo Bours Castelo, insistimos, llevaba copia para Guillermo Padrés Elías. Te lo digo Eduardo para que lo escuches Memo, escribiría la gente ese domingo tan triste para muchos pero tan victorioso para otros.
Pero si eso no se tasa y no se corresponde en los hechos con las expectativas creadas, así del tamaño del triunfo así también será el tamaño de la decepción.
¿Recuerdan el desencanto que trajo la presidencia de Vicente Fox?. Ah, pues en un descuido eso puede pasar aquí en Sonora pero en chiquito.

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