lunes, 3 de marzo de 2008

Debate en el PRD: soliloquio para sordos...

EL DIVAN


Miguel Ángel Avilés
avilesdivan@hotmail.com





Pudo ser un debate, pero en el fondo, ellos lo saben, fue un soliloquio para sordos.
En un salón pequeño y apretujado del Hotel Colonial cual si desearán que fuera el más grande auditorio, los ocho aspirantes a dirigir al Partido de la Revolución Democrática en Sonora reflejan -ellos dicen- la pluralidad -la fraternidad diría Manriquez- otros tantos afirman que la división, la que se quiere ocultar sin lograrlo de dientes para afuera con los que a veces quisiera morder una tribu a la otra, un candidato al otro, que esta vez, como buenas gentes, se aguantan, se toleran uno al lado del otro mientas esto, lo que pudo se un debate, acaba.
Acá en el público, sólo la prensa se distingue de los militantes que no van a escuchar las debilidades ni la fortaleza del partido, que no la tiene, sino a desear, a rogarle dios o Marx o a Amlo, que su candidato-el preferido de cada uno de los asistentes- venza o parezca vencer a los otros siete.
Al frente, en una mesa larga, larga para dar cabida a nueve-porque hay que incluir a Damián Duarte, el moderador- están modosos los candidatos: de izquierda a derecha cual debe ser Juan Murguia Franco, Nestor Abel Duarte Limón, Salvador Hernández Hernández, Ramón Manriquez Guluarte, Jesús Bustamante Machado, Pafnuncio Hinojosa, Leticia Burgos Ochoa y José Ruperto Celaya Jiménez
Vino una ronda, luego otra y otra más. Las que aguantaran los que quisieran, todo sea por un partido que se debate y se bate entre la vida y la muerte. “Debemos estar de fiesta” se ufana, casi grita Jesús Bustamante con voz enronquecida pero fuerte, deseoso, imaginando estar ante una multitud, una afluencia ciudadana que nomás esta en su psique, pero no en la convocatoria del partido.
Le apuesta a un discurso retro: habla de la gente que hace producir los campos, que hace producir las fábricas y la emoción lo lleva al espejismo: “el PRD está haciendo la alternativa de la sociedad…” y se acuerda de lo obvio: “nosotros como partido tenemos un programa y tenemos unos documentos básico pero estos tienen que ser bajados a la realidad social en Sonora.”
Viene Manriquez y desde el público una mujer se soba las manos, se sabe también una candidata o mas que el propio candidato. El sudcaliforniano insiste en que este debate y esa ristra de candidatos no es mas que la pluralidad del partido. Su entelequia le inyecta bravura y habla cual si ya tomara protesta como presidente refugiándose en el lugar común: clama por un partido profundamente incluyente al interior y al interior, precisa redundantemente: y ve al partido como un puerto “donde arriben sindicatos, donde arribe un frente de izquierda. Sugiere, en el episodio de fortalezas y debilidades, a un PRD con autonomía e independencia frente al Estado , es la fortaleza mas grande que necesita el partido en Sonora y dejar de hacer acuerdos “en lo oscurito” exige con voz fuerte, tanta que no lo deja escuchar el murmullo de los presentes allá atrás que quieren refrescarle la memoria: “como el millón de pesos que Petra dijo que le dio Bours” se alcanza a oír de una voz fémina que no parece estar en esa sintonía de fraternidad que acaba de dibujar el comandante y que suena como presagio de la lluvia de acusaciones que después alcanzaría a la diputada.
Salvador Hernández no pierde la compostura, se acerca el micrófono y el hombre tan parecido a Jaime Maussan, arruina la parafernalia de los que lo antecedieron en la palabra: compulsivo a la hora de agarrar el micrófono y no soltarlo agarra camino hacía las debilidades del partido: denuncia la falta de una estructura de partido, reprueba que sean los intereses personales los que manejen sus rumbo. Le avergüenza decir que es del PRD cuando ve a los grupos que buscan intereses individuales, pero en las fortalezas nos presume su incólume autoestima: “es que aún habemos luchadores sociales que no hemos claudicado y a pesar de las luchas sociales que hemos enfrentado.”
Todos parecen brincar de una frase a otra, entre cortan enunciados que intentan ser ideas y dejan palideciendo al idioma cuando les toca el turno. Nestor Abel Duarte Limón parece haber previsto esto y llegan abastecido de sendos ensayos sobre diversos tópicos políticos adaptados al momento de partido. Si lo leído por el joven es de su autoría anda perdiendo el tiempo en estas pizcas pudiéndose dedicar a escritor. Sus apuntes se notan pulidos: una buena tesis acá, otra allá, luego la conclusión y el sigue y sigue leyendo hasta que el moderador le advierte que su tiempo se ha acabado. Sus cuestionamientos ahí quedan: la falta de lideres demócratas, de desorganización interna, la dispersión de la acción política y el acercamiento al gobierno del Estado son aspectos que han debilitado al partido.
Juan Murguía Franco viene precedido de un encierro derivado de un proceso penal. Como al propio partido, esa no parece ser su debilidad, sino su fortaleza; Se agazapa como reconociéndose (en la lista) no el primero sino el último. Y en las posibilidades de ganar también lo es, eso no lo inhibe para improvisar, casi con rubor, digamos introvertido, lo que ayer y mas ayer y hoy discursa el partido: “Sonora necesita un partido del pueblo que luche por la vivienda, la asistencia medica, que se abra a la sociedad en general”. Ya encarrerado se ilusiona, se esperanza: “de no llegar a la dirigencia estatal” (o se que él cree que puede llegar) se va a adherir al que la gane para juntos formar la unión que requiere el partido…”. Munguia Franco, quizás como confesión de su acción retardada dice que en el 2002( ¿hasta entonces?) se dio cuenta que el partido estaba dividido….y el moderador lo mociona , el tiempo se acabó se le advierte pero el reclama, como en un reñido partido de fútbol que le queda un minuto y lo aprovecha al máximo.
Para entonces cerca de la puerta ya Mirta Castro atesoraba su armamento de cartón para entrar a escena.
Los candidatos siguen en lo suyo, inicia una segunda ronda y el ambiente se va tornando soporífero. José Ruperto Celaya, vestido con elegancia, pulcro como un mormón de bicicleta, empata su discurso con su imagen y juega a la solemnidad: aseguraba que vino a presentar ideas, maneja tres ejes, y por fin alguien da en el blanco y resulta una de las principales debilidades del partido: “estamos canalizando nuestra energía pagándonos entre nosotros.” Cuando se trata de repartir posiciones en este partido lo hacemos a nivel de grupo y cuando se trata de repartir responsabilidad quieren que todos participemos, sentencia como si fuera un descubrimiento, no sin antes garantizarles su amistad a sus correligionarios.
Vuelve Leticia Burgos y el síndrome de Lupita Dalesio, con voz en alto, la invade: yo quiero hacerme cargo del partido con sus debilidades y sus éxitos. Se exalta, por poco se autonombre irreverente pero revolucionaria (Porque soy mujer como cualquiera con dudas y soluciones, con defectos y virtudes con amor y desamor soy como gaviota pero felina como una…)…La ex senadora globaliza los problemas del partido: son los mismos que padecen los partidos del mundo, del país y en particular de Sonora, reduciendo al PRD- Sonora tal vez como un mal de muchos…y arremetió después contra sus compañeros legisladores y en especial con la corriente nueva izquierda y…
Pero en eso, sin venir en el guión, Mirta Castro se abre camino entre los asistentes, y levanta una cartulina cual edecán de función boxística que anuncia el número del siguiente raund. Un raund que por poco y se improvisa. La leyenda de la cartulina y las palabras acaloradas de Mirta van dirigidas y se dirige ella hacia Petra Santos. A la diputada le juegan en su terreno, le gritan la acusan, la tildan de corrupta y de otros improperios.
A los perredistas se les nota poca paciencia: ¡fuera!! ¡fuera!!, gritan, ¡Sabemos que eres de Bours!!! Grita alguien si precisar su destinatario entre los tantos asistentes que había.
Mirta frena un poco su temple, se detiene y es cuando doña Chumay cual Popis contra la Chilindrina que se disputan una paleta, aquella le arrebata la cartulina a mIrta que se resiste, la hace bolas, se ven de frente. Petra Mientras tanto, incólume siempre cuando de acusar se trata, ahora en el papel de acusada, de señalada, mueve nerviosa su pierna izquierda como si cociera a maquina y deseando quizás que fuera sólo agua con azúcar se empina de un jalón el vaso de refresco que tiene en sus manos sudorosas.
El Moderador pide a Mirta que se abstenga de hacer lo que para entonces ya hizo. Mirta avanza hacia la salida. Leticia Burgos retoma la palabra y llama incongruentes a la nueva izquierda. Leopoldo Santo en una esquina, con mas tacto, persuade a Mirta para que se calme, algo imposible en la ya indignada señora quien no deja de referirse, afuera, a los actos que considera cuestionables de la diputada Petra Santos. “Petra: del dicho al hecho al mucho trecho. Petra Santos miente y engaña al que se le pone enfrente.” Se alcanza a leer e otra cartulina.
A Pafnuncio-que así se llama- le llega el turno en tensa calma: Dice que en el partido se sabe hablar muy bien, se habla de estadísticas pero hay que cambiar de actitud. No debemos a la militancia de la base y si llegamos a la dirección del partido, afirma iluso, sería con su voto. El que gana la presidencia del partido nunca es legítimo dice como ese adjetivo tan sobado.
Jesús Bustamante vuelve a la carga y afirma con humor involuntario, tal vez creyéndoselo: “el PRD esta siendo la alternativa de la sociedad. Necesitamos hablar con claridad y franqueza, pide a lo mejor a si mismo. La ronquera no le impide emocionarse y recordar lo obvio como si hasta lo obvio ya se les hubiera olvidado: “el partido se llama Partido de la Revolución Democrática” y oír como por poco y pide que todos repitan con él ¿Cómo se llama el partido? Y todos en coro contestarían como en la doctrina, pero esta ya es una alucinación para matar el tiempo que corre y corre y el debate no termina.
Manriquez le sigue en otra vuelta e insiste en el aspecto organizacional del partido. Otra gran fortaleza, dice, es la autonomía, como si el resto de las participaciones no las hubiera oído. El o él y ella se hacen ya ganadores del debate. Mirta sigue despotricando afuera y enseña las cartulinas a los reporteros y le atiza de nuevo a Petra
Muchos municipios se perdieron(ganados en el 97) por conductas equivocadas ,lanza el de San Antonio a un blanco impersonal, sin dar nombres. Hay que vivir en la vida normativa, pide y la que también pide pero ahora al moderador es su esposa Petra, quien advierte que a Ramón le falta tiempo de su intervención y lo que se anuncio como debate sigue y sigue.
Salvador Hernández arrebata su turno y con una seriedad de lector del tarot, anuncia a la concurrencia que estamos entre pubertos, la infancia y la adolescencia y no se que mas, quizás defiriéndose al partido, hay que adivinarlo, su galimatías agarra brecha, confiesa que le da pena la estructura del PRD y se le van los minutos.
Nestor Abel Duarte no haya como terminarse las hojas y mas hojas que trae para leer. Lee cual si fuera un simposio, se le escuchan teoría de por aquí y de por allá, como si fuera un ensayo hechos de remedos. Programa, militancia, falta de liderazgo, división del partido, aplicación de estatutos son sus tópicos, cuya exposición contrasta con la débil participación de Juan Murguía que apenas alcanza a decir que la gente allá afuera espera un partido del pueblo.
Vienen mas rondan. Celaya replica e insiste en que no coincide en el reparto del grupo y pronto, ensueña, alucina: “me queda claro que ganamos la gobernatura”, dice poseido y luego, casi en broma casi en serio se autoproclama ganador de la presidencia del partido y reparte posiciones.
Las risas brotan y en la chacota se pierde la propuesta de Leticia Burgos que propone y propone un pacto de civilidad. Sonora tiene vocación democrática y revolucionaria, afirma como si esto fuera una singularidad del Estado.
Manriquez insiste en la unidad y en las coincidencias en contraposición a lo faccioso, a los dogmas: Este es no es un partido de Estado, es un partido democrático, ganándole la pasión mas que una realidad que nadie de los candidatos parece ver.
Salvador Hernández viene de vuelta y dice que “es vergonzoso que no aprovechemos la inteligencia” sin detenerse a precisar así se refiere sólo a los candidatos a toda la militancia. Nestor duarte lo secunda y sostiene que el partido sigue siendo un partido fuerte, el problema, precisa como poca cosa, es la división, las canonjías.
Pero esa crítica no tiene cabida en un candidato tan débil. Por que estos ocho aspirantes, reflejan más que la pluralidad, la fraternidad del partido, diría Ramón Manriquez en sus primeras intervenciones, casí cuando daba inicio este adormilado, morboso soliloquio para sordos.

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