por Miguel Angel Avilés
Hay quien dicen que lo que no pasa por los medios de comunicación es que no ha sucedido o aún no tiene la categoría de noticia. Me da mucho flojera arremeter contra esa sesuda afirmación así que sólo diré que no estoy de acuerdo con ella. Ya si el autor, muy muy, levanta la mano, y, enardecido, pregunta ¿y porque no estás de acuerdo? pues entonces sí, el diván, acelerará en su acometida y con sendos argumentos sobre el tema dejará su teoría hecha añicos.
Mientras, y para que no me agarré descuidado ese posible debate me prepararé haciendo sombra con un ejemplo que contradice a esta mentada teoría.
El ejemplo es el famoso SUBA, un servicio público (que a estás alturas ya no se sabe en Sonora que servicio sigue siendo público o que servicio ya pasó como arte de magia al sector privado) que en meses pasados fue tan controvertido como ahora lo está siendo el parque de villa de seris.
El autor de esta columna es un irremediable peatón y si algún servicio conozco y lo sufro-disculpen, el tema me pone sentimental-es el servicio de transporte.
Desde que llegué a Hermosillo allá por 1984 y la primera pesera que agarré me aventó (no me bajó) hasta la fecha sigo haciendo uso de los camiones.
He sido testigo de agarrones de puertas a los usuarios, de caída de adultos de la tercera edad (en el 84 y hasta hace poco todavía les decíamos viejitos), de unidades destartaladas, de vidrios quebrados, de mentadas de madre mutuas entre algún Chofer y otros tantos pasajeros,de atropellados, de choques por la imprudencia del operador del camión: un joven quien apenas asoma la cabeza por encimita del volante, de aumento injusto de tarifas con la promesas de siempre de que modificarían las condiciones de los camiones y el comportamiento de corteses choferes y este era un gato con los pies de trapo y los zapatos al revés ¿quieres que te lo cuente otra vez?
Con este apotegma divanezco quiero decir que las calamidades principales que ofrece el servicio público del transporte lo bauticen como lo bauticen, en su esencia aún prevalecen y uno lo vive a diario, sólo que una vez vendida la idea de que con la imposición del SUBA todo sería confort y placidez , apaciguadas las aguas torrenciales que acarreó su desquiciada implementación hasta donde las patrullas tuvieron que ocuparse como peculiares autobuses, y diluida de la escena mediática el problema, mucha cree que todo ha vuelto a la calma y que ahora lo usuarios andamos locos de contentos en suntuosas unidades.
Para no recurrir a la lista de reclamos ya conocidos, conocidos y conocidos hasta la fatiga, voy a nombrar estos nomás que prevalecen llámese SUBA o como a Valdez Ruy Sánchez guste ponerle: retraso de ruta, prepotencia de los choferes- uniformados o no uniformados- unidades que todavía parecen vagones de la montaña rusa, cafres al volante del camión que pone el riesgo al pasaje y al tercer vehiculo contra quien a punto ha estado de estamparse, vuelteros o acompañantes del chofer que además de ir distrayendo al susodicho, van estorbando en la puerta de la unidad: exigencias altisonantes de las credencial a los adultos mayores y a los estudiantes, así vean a estos con uniforme, una mochila, cuadernos y todo distintivo que lo que uno menos supondrían es que son astronautas; no uso de la caja que esperaba controlara el cobro del dinero al pasajero, y algo muy importante porque esto ampararía el reclamo de un seguro de accidente o vida del pasajero: la no entrega de boletos al momentos que uno paga como ocurre en cualquier ciudad moderna, omisión que se ha denunciado hasta el cansancio pero el Director del Transporte y el de SIDUE sólo hacen como que la virgen les habla.
Dejo para lo último lo que sigue siendo una indisciplina de los choferes y cuya impunidad la dejan hacer y la dejan pasar las autoridades del transporte: el incumplimiento del horario sobre todo nocturno y sobre todo los fines de semana.
Ejemplifico: es un sábado, son apenas las 7:30 de la noche, es una bola de gente en cada parada de camiones sobre aquellas de la periferia esperando a que dios los favorezca aunque sean con una unidad repleta y cuyo chofer dice todavía con descaro: “hasta el Gallo nomás, eh…!!”, o “Ya no voy, ya no voy”, o….
El diván exhortaría a las autoridades del transporte para que tan siquiera hagan un estudio, un mínimo estudio de campo de esto que le estoy diciendo y vayan sigilosos a la gasolinera que esta frente al Tianguis para que vean como es que mucho antes de cumplir con su horario de trabajo, varios, un montón de choferes ya se salieron de ruta, y están diesel pero para el otro día, como en ese momento ya no piensan subir a nadie.
Sí tengo suerte y las autoridades del transporte quieren atender mi petición y estar este próximo sábado cazando incumplidos, esos que se arremolinan en la gasolinera, sólo les pido una cosa: se de su humildad pero por favor váyanse en su propio carro, ni de locos se les vaya ocurrir irse en camión porque les aseguro que para esa hora ya no van a encontrar ninguno…
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